La hipertensión crónica en el embarazo se produce cuando la gestante tiene hipertensión antes del embarazo o cuya aparición se produce durante la primera mitad del embarazo, una situación que puede conllevar riesgos para la embarazada, entre los cuales se pueden encontrar su empeoramiento, la insuficiencia uteroplacentaria o la preclampsia.
Si la tensión arterial supera los 160/100 mmHg, y aparece preclampsia, la mujer debe ser ingresada, sino puede quedar en el domicilio pero bajo tratamiento. Además, hay que ir al médico si aparecen otros síntomas como agitación, alteraciones de la vista, dolor o cefaleas persistentes.
La hipertensión arterial crónica suele ser diagnosticada antes del embarazo o antes de las primeras 20 semanas (primera mitad), en ocasiones se debe a hipertensión arterial esencial (un 90% de casos) y otras puede ser debido a enfermedades del corazón, diabetes, enfermedades autoinmunes o renales.
Hay que tener en cuenta que los riesgos, si la cosa empeora o se da preclampsia, pueden ser tales como parto prematuro, convulsiones, retraso en crecimiento intrauterino, desprendimiento de la placenta, insuficiencia renal y otras complicaciones.
Se suele dar medicamentos como hidralazina, nifedipina, metildopa o labetanol. No se recomiendan los diuréticos. Hay que hacer además varios estudios para valorar el estado de la madre y del feto antes de llevar el tratamiento, además de realizar controles periódicos.
Además del tratamiento habitual, se debe tener una buena vida sana con una buena alimentación y actividad física aeróbica sin excesos. Es necesario seguir todas las recomendaciones del médico para poder evitar problemas en el embarazo.
Es muy importante poder diagnosticar el caso cuanto antes para poder tratar mejor a la mujer y de esta manera evitar complicaciones en el embarazo, aunque más importante es mantener una vida sana en todo momento del embarazo, sin alcohol ni tabaco, con buena, nutritiva y completa alimentación y ejercicio.
