En el embarazo el consumo de grasas saturadas puede ser viable, pero no ha de ser muy elevado, de hecho sus ventajas son buenas ya que ayudan al organismo a mantener en equilibrio los ácidos grasos omega 3 y omega 6. Pero la cuestión es que las grasas saturadas son las consideradas “grasas malas”.
Lo ideal es crear una dieta nutritiva y equilibrada en grasas saturadas e insaturadas en una proporción correcta ya que además de ser una importante fuente de energía contienen muchas calorías. Éstas ayudan al organismo a procesar y utilizar vitaminas, proteínas e hidratos de carbono.
El principal problema de las grasas saturadas, que no es poco, es que aumentan el nivel de colesterol en la sangre, pueden aumentar el peso, dar lugar a hipertensión y problemas de corazón. Por eso, lo ideal es tomar grasas insaturadas y reducir las saturadas.
Las grasas saturadas son grasas sólidas y se pueden encontrar en carne, productos lácteos, pasteles, margarinas y otros alimentos.
Una cuestión interesante es que las mujeres que quieren quedarse embarazadas por medio de tratamiento de fecundación in Vitro dejen de lado las grasas saturadas ya que son malas y pueden afectar a la estimulación ovárica con hormonas. De hecho, hay más de un estudio que confirma este aspecto.
Lo que es cierto es que, tanto en el embarazo como si se está planificando uno, la dieta es un elemento muy importante para conservar la salud y buen estado del embarazo, por eso debe ser una dieta equilibrada en que no se abuse de las grasas saturadas ya que pueden ser malas. ¿Se deben evitar todas las grasas saturadas? No, simplemente reducir su consumo para que sea mínimo, en su justa proporción.